El Paraíso Verde
“¡Padre que belleza extraterrestre!”, exclamó Alamarín, el capitán de la primera nave imperial que acostó a la orilla de la provincia la que él mismo nombraría “El Paraíso Verde” – un honor otorgado por el mismo soberano del Imperio Ayarr. Después de que el ala primera de los pobladores se acomodó por el litoral y al continente empezaron nadar naves llenas de tesoros, recursos preciosos y condimentos no pasó mucho tiempo y el Emperador por los consejos de sus ayudantes ordenó el inicio de la colonización completa de estas tierras que se desplegaban al Oeste hasta la Montaña Infinita.
Miles buscadores de una vida nueva, riquezas y aventuras apoyados por la flota Imperial aprendieron la hazaña de la conquita de este mudo nuevo si pensar para las posibles consecuencias hasta las que su exaltar puede llevar.
Y las consecuencias eran de forma de crueles, furiosos habitantes locales que no deseaban dar sus tierras a los invasres y pronto se encontraron con los refugiados asi como con los que los ordenaron luchar para esta tierra en el nombre del Imperio Ayarr.
Grupos enormes de habibales acompañados de unos cuantos más horribles de aspecto humanoides, de arañas gigantes de la jungla densa atacaron para una noche y se apoderaron de absolutamente todas las ciudades y refugios formados.
Pero este era el menor problema de los colonizadores.
Los que no tenían la suerte morir durante de la batalla fueron llevados a la orilla para ver sus neves por última vez antes de ser llevados en las profundidades de la jungla y ser sacrificados para el Soberano real del Rapaíso Verde.
Y quién es este Soberano – ententerá solo el que se encuentra con él que resulta vivo para que puede decirnos.
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