Author Topic: Los Campos Crueles  (Read 2650 times)

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Offline MimiPG

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Los Campos Crueles
« on: April 07, 2011, 12:36:40 PM »
Los Campos Crueles




- Vamos, Señor – gritó el Capitán, sacando su Espada, hacía señas a su gente para que se situaran a lo largo del corredor. - ¡No sé cuánto tiempo mas los podremos retrasar pero haremos todo lo posible para ganar unos minutitos!
Lord Verix, un gerente imperial de la provincia y director del Castillo Solitario estaba sin moverse y contemplaba el entrenamiento de los ejércitos con una mirada vacía. El Capitán de su Guardia personal abrió su boca para visitarle de nuevo pero en el mismo momento un horrible grito  inhumano hizo temblar todo el Castillo. Los soldados, sirvientes y escuderos se pusieron locos de horror.
La gente grita – una bestia estaba llegando.
- Para El Padre, vamos al final – repitió nerviosamente el Capitán mirando a su Señor a los ojos.
El Señor hizo una señal al despedirse de su guardia leal, se volvió y se hecho a correr. Pasó por unos cuantos corredores que le separan del patio y casi rompe la puerta... Solo para ver que los caballos con los que tenía que huir no estaban.
Un gruñido se oyó a la derecha y el director empezó a volverse pero en el mismo momento se dió cuenta de la lentitud de sus acciones y las comparó con las de las bestias que invadían el territorio.
Una mano enorme lo golpeó bruscamente en el oido y frente a sus ojos aparecieron estrellas y después la oscuridad. Verix se desmayó inmediatamente y cayó a la tierra silenciosamente.
Lo primer que noto era que estaba desnudo, alguien le estaba apretando el pie y su espalda se estaba arrastrando por una superficie húmeda y no muy lisa de piedra. En el momento siguiente sintió el dolor y se puso a gritar con todas sus fuerzas.
La cueva era estrecha, olorosa y poco iluminada pero luego cuando el sentido de agonía inicial se dispersó de sus ojos, él logro ver la figura del que lo estaba arrastrando. Vestida solo por un pedazo de tela por la cintura la figura tenía una estatura de por lo menos dos metros y medio de alto, pies enormes y fuertes con los que hacía unos pasos anchos y rápidos y la espalda de esta criatura era tan enorme que probablemente pudiera llevar dos carrozas simultaneamente. El ser se paró inmediatamente y se volvió de repente hacia su víctima.
Verix vió su cara y de nuevo se puso a gritar.
Esta vez de horror.